TERTULIAS DE LA ASOCIACIÓN DE CATEDRÁTICOS DE INSTITUTO DE ANDALUCÍA

"ANTONIO MACHADO"- ANCABA

(Actividad subvencionada por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía)

Isabel la Católica: Reina y Mujer

Granada, 2 de febrero, 2005



        La Asociación de Catedráticos de Instituto de Andalucía “Antonio Machado”–ANCABA invitó, para la tercera tertulia del curso 2004-05, celebrada el pasado 1 de diciembre, al Dr. D. Adolfo Martínez Ruiz, Profesor Tutor en las asignaturas de Historia del Mundo Contemporáneo, Historia Universal Moderna, Tendencias Historiográficas Andaluzas, en el Centro Asociado de Baza de la Universidad de Educación a Distancia, desde 1995. Fue funcionario de Carrera del Grupo A del Ministerio de Cultura y Profesor en la Universidad de Granada durante los cursos 1970 a 1986. Ha publicado una docena de libros relacionados con Granada y los grandes acontecimientos históricos de España. Es un profundo conocedor de la figura de Isabel la Católica.

        El tema elegido para esta tertulia “Isabel la Católica: mujer y reina” venía motivado por la celebración del quinto centenario de la muerte de la Reina, ocurrido el 24 de noviembre de 1504, en Medina del Campo. Adolfo Martínez inició la tertulia con esta afirmación: “Sorprende que Isabel llegara a ser reina”. Y a continuación dio a conocer las circunstancias que rodearon el nombramiento de Isabel, que entre otras fueron:

a) El poder de los nobles que imponían sus caprichos en una corte corrompida como fue la de Enrique IV.

b) Los varios proyectos, propiciados por el Rey, para casarla con don Carlos, Príncipe de Viana; con Alfonso V, rey de Portugal; con el duque de Gloucester, hermano del rey de Inglaterra y con el de Guyena, hermano de Luis XI; con don Pedro Girón, maestre de Calatrava; pero ella prefirió a su primo Fernando.

c)  Los acontecimientos que desencadenaron la “Guerra de Sucesión” entre los partidarios de Isabel y los de Juana la Beltraneja, a quien apoyaba Alfonso V de Portugal, y que terminó en la batalla de Alcaçobas o Trujillo en 1480.

d) El impedimento de consanguinidad entre Isabel y Fernando que se resolvió alterando la licencia papal para que se celebrara la boda en Valladolid el 19 de octubre de 1469, en la casa de Juan Vivero. El matrimonio se hace por poderes, con la oposición de Enrique IV.    

        Como mujer, que vive en una época en que se está cambiando de mentalidad, pone en práctica cometidos que sólo eran exclusivos de los hombres, lo que extendió e hizo partícipes a muchas mujeres del entorno. Fue ejemplo de mujer humanista (se ejercitó en el dominio del Castellano, el Latín, el Francés, habló el Catalán, el Gallego y el Valenciano), se adentró en la literatura y en la poesía, y tocaba instrumentos musicales. En su reinado crea la Academia Palatina. Fue una mujer profundamente religiosa, de gran serenidad, de razón, de conversación amena y vibrante unas veces, otras apacible y serena; bondadosa pero no débil, supo mezclar dulzura con entereza; y puso en práctica el pensamiento de Antonio de Guevara: “No deben las princesas y grandes señoras dejar de enseñar a sus hijas y no se deben engañar diciendo que por ser mujeres, para las ciencias son inhábiles, porque no es regla general que todos los niños son de juicio claro y todas las niñas son de entendimiento oscuro; porque si ellas aprendieran a la par, yo creo que habría tantas mujeres sabias como hay hombres necios”.

        Como reina, los historiadores le reconocen un gran sentido para elegir a sus colaboradores, en los que confiaba y les daba plena responsabilidad. En ello, radica el secreto de su éxito, tenía un gran sentido de propaganda para ganarse a los nobles y para recaudar bienes para sus empresas.

        El programa real, no explícito, consistió en conseguir:

a) La unidad territurial

b) La unidad jurídica

c) La unidad religiosa

        La primera se alcanza en 1492 con la toma de Granada, que sirvió a la reina para emplear a la nobleza en esta empresa. En esta época aparecen nuevas armas y ello provoca el que se reemplace la artillería por la caballería y se dé un gran impulso a la sanidad, así se construye el Hospital Real en Granada. Al final, se realiza la gran empresa de la Reina, el Descubrimiento de América. La unidad jurídica se alcanza paralelamente a los acontecimientos anteriores, como ya vimos, el desorden nobiliario había que encauzarlo a empresas útiles y gloriosas. Entre tanto, se envían funcionarios reales a las comarcas más afectadas y con ello consigue reducir a los nobles. También, en aquel ambiente, consigue reducir a los malhechores con la creación de la Santa Hermandad. Reorganiza la Hacienda y crea las Chancillerías de Valladolid y Granada.
        Para la unidad religiosa, Adolfo destaca tres hechos:

a) La reforma de las Órdenes Religiosas, en la que puso todo su empeño y voluntad, visitando conventos y rodeándose de colaboradores, entre ellos el Cardenal Cisneros.

b) La instauración, tras la concesión del Papa Sixto IV en 1478 mediante Bula, de la Inquisición, con la que se pretende salvar la unidad religiosa y social. Esta institución, con algunas variantes, ya existió en la Edad Media.

c) La expulsión de los judíos, por edicto promulgado por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492 y que contó con el visto bueno de la Universidad.

        Siguió, hablando de la política matrimonial de los Reyes Católicos, quienes, deseosos de aislar a Francia, negociaron los matrimonios de sus hijos Juan y Juana con Margarita y Felipe, hijos del emperador Maximiliano; a Isabel, con Alfonso de Portugal; y a Catalina, con Enrique VIII.

  Durante su intervención fue continuamente interrumpido por los contertulios para precisar algunos puntos de controversia a que ha dado lugar la leyenda negra en torno a la figura de Isabel la Católica, a saber: los juicios sobre la Inquisición, el racismo de la reina, su poco aseo personal y otros tópicos que, como afirmó el ponente no resisten un análisis riguroso, pues muchos de estos juicios son anacrónicos, ya que se hacen descontextualizados y después de aportar algunos datos terminó afirmando que “para condenar a Isabel, habría que condenar al siglo”. Leyó una cláusula del Codicilo al testamento de la soberana en el que se recoge el respeto y trato humano que deseaba se tuviese con los aborígenes de las tierras descubiertas: “No consientan -se dirige al Rey y a la Princesa, su hija y a sus seguidores- ni den lugar que los Indios vecinos y moradores de dichas Indias reciban agravio alguno en sus personas y bienes, mas mando que sean bien y justamente tratados”. Y otro, en el que se demuestra la postura de la reina, nada inflexible, respecto de las conversiones masivas: “Nuestra voluntad nunca fue ni es haceros tornar cristianos por la fuerza, antes hemos tenido y tenemos voluntad que seáis guardados y mantenidos en justicia y de vos guardar las Capitulaciones [...] El Rey mi Señor y yo os mandamos tener en justicia y paz y sosiego y si necesario es, de nuevo por esta mi carta, os aseguro por mi fe y palabra real que el Rey mi Señor y yo, no consentiremos ni daremos lugar que ninguno de vosotros, ni vuestras mujeres e hijos y nietos, sean tomados cristianos por fuerza contra sus voluntades, antes queremos y es nuestra merced que seáis y sean guardados y mantenidos en todas justicia como buenos vasallos... Dado en la ciudad de Sevilla a 18 días del mes de febrero año del nacimiento de Nuestro Señor Jhesu Christo de mil e quinientos años. Yo la Reina.”

  También rechazó las burlas sobre la falta de higiene de la reina, algo insostenible dada su esmeradísima educación.

  A una pregunta sobre la aventura de la reina en la Zubia, habló de ella y señaló el Laurel de la Reina, como vestigio de aquel acontecimiento.
     
        Como colofón, añadió algunos datos del papel de Fernando tras la muerte de Isabel y leyó el Epitafio de Eugenio D’Ors dedicado a la Reina.

 Domingo Jiménez López        

Vicepresidente de ACIA-ANCABA