EL PSOE Y LA ENSEÑANZA
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El PSOE siempre ha considerado la educación
como su buque
insignia. Es su terreno. Presumen de que les preocupa la
educación. De que
ellos han sido los que han generalizado y universalizado el acceso a la
educación en España. De que antes de ellos esto era un
páramo.
¿Pero
qué han hecho los gobiernos socialistas en educación?
Pues efectivamente, ellos
han generalizado… no la educación, sino la palabra
educación, con la que han
sustituido el vocablo enseñanza. Enseñanza y
educación no son exactamente
sinónimos. Enseñanza es instrucción,
transmisión de conocimientos. Y educación
es, sobre todo (para ellos), adoctrinamiento. De hecho, hasta les han
cambiado
el nombre a los colegios públicos, que antes eran "de
Enseñanza General
Básica" y ahora "de Educación Primaria". O a los
institutos, que
fueron "Institutos Nacionales de Enseñanza Media", pasaron a ser
"Institutos de Enseñanza Secundaria" y ya son "Institutos de
Educación Secundaria". Y no crean que esto es un melindre
filológico:
tiene más importancia de lo que parece.
El caso
es que el PSOE es el responsable de la Logse, promulgada en 1990, una
ley que
profundizó de manera radical y catastrófica en los males
de la enseñanza
española, que, para ser justos, ya venían apuntando desde
antes, sobre todo
desde la Ley General de Educación (1970) del tardofranquismo.
La
Logse es una ley dogmática, que consagra una doctrina
pedagógica como la única
posible. La enseñanza comprehensiva (de vieja raigambre progre
anglosajona),
según la cual a los alumnos hay que agruparlos por edad, y no
por
conocimientos, es la piedra angular del arco logsiano. Los socialistas
presumen
de que ellos introdujeron la enseñanza obligatoria hasta los 16
años. Antes de
la Logse la obligatoriedad era hasta los 14, pero lo cierto es que muy
pocos
alumnos abandonaban antes de los 16. O sea, la generalización no
fue llevar a
la escuela a grandes masas de chicos que estaban fuera, sino obligar a
quedarse
hasta los 16 a un pequeño porcentaje de alumnos que
resultó que sí, que se
quedaron, pero fundamentalmente para obstruir el derecho a la
educación de los
demás y para reventar las clases. La caída en picado de
la disciplina a partir
de la Logse fue vertiginosa. Porque a este pequeño porcentaje de
chicos, que
realmente no tenían interés por estudiar, no se le dio
una salida práctica,
sino que se les mantuvo en las mismas aulas que el resto. E imaginen lo
que un
adolescente aburrido puede liar durante seis horas diarias sentado en
un aula
recibiendo lecciones que ni entiende ni le interesan.
Otro aspecto básico de la Logse socialista es
la ausencia de
pruebas de nivel externas. Es decir, de reválidas. Pero ojo,
porque las
reválidas no las quitó el PSOE. Las reválidas las
quitó Franco. Así como suena.
Las reválidas, exámenes estatales o como ustedes quieran
llamarlas, existían en
la República y Franco las mantuvo… hasta que en 1970 se las
cargó. Y, claro, se
acabó el control de calidad del sistema.
Por supuesto, los socialistas se muestran muy
contrarios a
las reválidas, pruebas que permitían, entre otras cosas,
que el Estado validara
las notas y los títulos obtenidos en los centros privados. Los
alumnos de coles
de pago tenían que presentarse (junto con los de institutos
nacionales) a la
reválida. No se les daba el título si no aprobaban.
Así que había que
prepararlos bien. Y había que exigirles. Y no se podían
regalar las notas. Eso
se acabó en 1970 por obra de Franco, insisto. Y los socialistas,
encantados con
la cacicada franquista.
Por cierto, para evitar equívocos: la Logse
sigue en vigor.
Las leyes posteriores son remodelaciones o repellados mínimos
del muro
logsiano. Incluidas las del PP. Ahora se llama Lomce, pero es la Logse
con colorines.
Y las timiditas reválidas que Wert introdujo, de momento, ya no
se van a
aplicar. Porque, además, otro de los grandes logros socialistas
(con ayuda,
también, del PP) es la fragmentación de las competencias
educativas. El
Ministerio de Educación se ha quedado en nada. Ahora son los
sátrapas taifeños
los que hacen y deshacen. Sobre todo, en un asunto crucial como la
lengua
vehicular. El apoyo socialista (y de la izquierda en general) a la
inmersión
lingüística obligatoria ha sido entusiasta. Y la derecha pepera
también ha
contribuido, porque los abusos se han producido no solo en
Cataluña (donde han
llegado al extremo totalitario de negar la enseñanza en lengua
materna al 55%
de la población), sino en otras comunidades autónomas
gobernadas por el PP,
que, en distintos grados, también han dificultado o impedido la
elección de
lengua.
Los socialistas presumen de que buscan la igualdad
entre los
españoles, y repiten insistentemente que la educación
pública es una inversión
social destinada a ayudar a los desfavorecidos… Pero lo cierto es que
el resultado
de sus políticas ha sido justamente el contrario. No hay ley que
haya
beneficiado más a la enseñanza privada que la Logse. Para
huir de la ruina
logsiana muchos padres han hecho economías y han metido a sus
hijos en la
privada. El prestigio de los institutos nacionales se ha venido abajo
estrepitosamente.
Hubo un tiempo en que las familias pudientes enviaban a sus hijos a los
institutos, que contaban con unos profesores, en general, mucho
más preparados
que los de los colegios privados. Había catedráticos y
agregados que pasaban
unas duras oposiciones nacionales. La Logse se cargó el
acreditado cuerpo de
catedráticos de instituto (los últimos están a
punto de jubilarse). También el
de agregados. Se hizo un remix con el cuerpo de profesores de
Formación
Profesional. Y con el de maestros de Primaria, a los que se
permitió optar a
plazas de institutos de Secundaria, mientras por arriba se cegaban las
vías de acceso
del profesorado de Secundaria a la Universidad. Las oposiciones se
autonomizaron y se descafeinaron. Los profesores ya no son, en la
práctica,
funcionarios del Estado, sino de la autonomía.
Además, ahora para opositar a profesor es
mucho más
importante el dominio de la jerga pedagógica que el de los
contenidos de la
asignatura. Cualquier parecido entre las oposiciones de los años
70 y las actuales
es mera coincidencia.
Por otro lado, la posibilidad de que los hijos de
los
obreros, con su esfuerzo (y con las becas por nota, que también
se cargó el
PSOE), se abran camino en la vida se dificultó muchísimo
con las leyes
socialistas. Es que bajar los niveles a quienes más perjudica es
a los de
abajo. Los títulos ya no valen nada.
Incluso muchos títulos universitarios son
papel mojado. El
que quiere preparación necesita la pasta de papá para
irse al extranjero o
costearse un máster. O dos, mejor.
La enseñanza pública durante mucho
tiempo había sido un
ascensor social. Pero la falta de rigor, el buenismo y la
comprehensividad la
han convertido en un aparcamiento de jóvenes. La profundidad de
los contenidos
y el rigor académico han ido adelgazando o desapareciendo desde
la Logse, hasta
que han pasado pasado a convertirse, en el mejor de los casos, en un
tenue
barnicillo cultural. Y, por supuesto, donde esto se ve de manera
más clara es
precisamente en las comunidades autónomas gobernadas más
tiempo por los
socialistas. Andalucía, a la cabeza. Extremadura, inmediatamente
detrás. Y
Castilla-La Mancha, muy cerca.
Los logros socialistas en educación son todos
mentira
podrida. El PSOE, los sindicatos de izquierda, las Asociaciones de
Padres
(ahora Ampas) manejadas por ellos reaccionan con una
crispadísima sobreactuación
contra cualesquiera medidas encaminadas a limpiar mínimamente el
tinglado
infecto en que se ha convertido la enseñanza pública. Es
imposible cualquier
reflexión serena, cualquier pacto, cualquier reparación o
cualquier parche en
este chiringuito educativo. El terreno de la educación, como
dije al principio,
es de ellos. Sin discusión. La charca pestilente la han llenado
ellos, con
demagogia, con sectarismo, con desatino y con estupidez extrema. Y con
la ayuda
de los nacionalistas, por supuesto. Y con la del PP, partido ya
despojado de
cualquier enjundia ideológica, que ha abandonado
ergonzosamente la batalla de las ideas y que
ha entregado la legitimidad a la izquierda. Ah, y la de Ciudadanos, que
lleva
tiempo ya instalado también en el maricomplejinismo.
Así que cuando me dicen que el PSOE trabaja
por la
educación, por la igualdad de los españoles, por la
cultura y por la ciencia,
me entran unas irrefrenables ganas de reír. O de vomitar. José
Aguilar Jurado
(alias Fray Josepho) |