A.C.I.A. analiza la L.E.A.
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1 Vivimos en la era de las siglas: La Asociación de Catedráticos de Instituto de Andalucía (A.C.I.A) analiza la Ley de Educación de Andalucía (L.E.A.)


En primer lugar, hemos de manifestar el optimismo de nuestra Asociación cada vez que aparece en el horizonte una reforma de la enseñanza, dado el estado “manifiestamente mejorable” en que ésta encuentra. A pesar de ello, no parece que ésta sea la reforma que palie los actuales déficits de la educación secundaria andaluza, como exponemos a lo largo de estas líneas.

En el proyecto se refiere la necesidad de "introducir cambios en la estructura del sistema... para que puedan arraigar las nuevas pautas de comportamiento democrático". No entendemos exactamente este pasaje del proyecto de ley, especialmente las palabras "nuevas pautas". Puede que se trate de un lugar común que no tiene un sentido en sí mismo, sino que forma parte de la tradición en la redacción de los textos legislativos de los últimos años. Sí hemos de manifestar, al hilo de la alusión a la democracia, que hubiera sido conveniente oír la voz de los profesionales de la enseñanza por ser la más autorizada en este asunto desde todo punto de vista. Es cierto que se han celebrado reuniones, se han cumplimentado impresos o se han redactado informes en los centros, pero éstos no han salido a la luz ni vinculan a la Administración para enmendar los perjuicios que se pueden derivar de esta adaptación de la LOE a la Comunidad Autónoma Andaluza.


El espíritu de la LEA

Tras la lectura del Proyecto de Ley, se concluye, sin duda, algo que está en la mente de la mayoría de los docentes: se repiten los principios en que se fundamentó en su día la LOGSE. Esta ley, a poco que la Administración educativa haga ejercicio de autocrítica, aparece como la causa directa del espectacular deterioro de la calidad de la enseñanza pública andaluza en la etapa preuniversitaria o (en muchos casos) prelaboral.

La LOGSE supuso un precio que la sociedad debió pagar en su día –y sigue aún pagando-, si bien es cierto que este alto coste aparecía compensado por otras facetas. Destaca entre ellas la promoción de sectores próximos al ámbito de la enseñanza que experimentaron un auge que no hubiera sido posible por otros medios. En efecto, la deconstrucción de los planes de estudio anteriores a la LOGSE ofreció tal cantidad de circunstancias y oportunidades que muchas personas que hubieran carecido de relevancia en otro contexto hicieron carrera en la Administración o vieron colmadas de una u otra forma sus aspiraciones personales.

A pesar de estos aspectos benéficos de la LOGSE, el panorama del sector educativo como servicio público quedó tan mermado que numerosas familias -que anteriormente preferían la enseñanza pública-, acabaron optando por elegir centros privados o concertados (en muchos casos, con gran sacrificio económico), que se hallaran al resguardo, en la medida de lo posible, de los inconvenientes que conllevaba esta ley. Sólo hay que considerar el incremento de solicitudes en la enseñanza concertada y libre frente a las cifras de estas mismas instituciones en los años ochenta. Sólo en los últimos cinco años ha crecido en un 18% el número de alumnos en centros privados

Hoy por hoy, la calidad existente en algunos centros privados, en nuestra opinión, no debe valorarse en términos de competitividad y de perjuicio para el sector público. Al contrario, la calidad es objeto de búsqueda incansable por una parte no despreciable de la sociedad. Si -por especular en el terreno de la fantasía- la enseñanza privada se llegara a prohibir en este país, la gente -al menos los que pudieran, claro- enviaría a sus hijos a colegios del extranjero.


Inconvenientes en la LEA

Existen tres grandes escollos en el sistema educativo andaluz actual, aludidos en la LEA, en torno a los que se encuentran los problemas fundamentales de la enseñanza. Con la nueva ley éstos persisten y presentan riesgo de agudizarse. Son los siguientes: fracaso escolar, violencia y desprestigio de la profesión de docente. Repasemos brevemente su naturaleza y efectos:


1.- Fracaso escolar:

Éste tiene lugar por dos causas fundamentales:

            a).- Comprensividad.

Este concepto, interesante y hasta necesario para otras instituciones se ha mostrado incompatible con la operatividad en la enseñanza. La única posibilidad de la enseñanza pública descansa en la presentación de un panorama con alternativas definidas y adecuadas a los diversos intereses. La "atención a la diversidad", los agrupamientos "flexibles" y no "basados en la capacidad o el rendimiento académico" son insuficientes, cuando no inoperantes. Esto lo confirma la práctica diaria. Lo demás son especulaciones justificables en otros ámbitos, pero no en la experiencia docente.

Por otra parte, no existe el fracaso cuando hay interés y el interés hay que respetarlo dando alternativas al mayor número de casos posible, como se ha señalado en el punto anterior.

b).- Nivel de exigencia.

En grupos con personas de intereses diversos o, en ocasiones, antagónicos se hace imposible impartir una docencia de calidad, como detectan distintos informes no gubernamentales, entre ellos el famoso informe PISA. El "espíritu emprendedor de los alumnos" -como recoge el proyecto- no puede nacer en grupos en donde muchos se aburren por falta de interés, por no comprender aquello que no les interesa o -en otros casos- por repetir hasta el hastío conceptos archisabidos desde el primer cuarto de hora de clase.

El tópico de la responsabilidad colectiva contribuye a perpetuar el fracaso. Según constatamos en nuestra práctica docente, es preciso que esté claro el papel de cada miembro de la comunidad escolar. También es precisa la asunción de responsabilidades en la realización de cada cometido: el docente debe transmitir de innumerables formas, el alumno aprende por incontables procedimientos. Pretender hacer de la enseñanza otra cosa diferente a su esencia provoca su aniquilamiento, su reducción a la nada. Es por ello que pretender paliar el fracaso escolar propiciando la intervención de los progenitores, o de personas ajenas al proceso de aprendizaje (en este sentido, se habla en la ley de "equipos de evaluación") es prolongar la situación actual ad infinitum.

Intentar encontrar la causa del hundimiento de los niveles en la falta de buenas prácticas docentes y de innovación educativa, como también se lee en el proyecto, no responde a la realidad a nuestro entender. Nunca como ahora ha habido una participación tan alta del profesorado en cursos de formación o en la ampliación voluntaria de estudios. Nunca como ahora se han organizado tantas jornadas de perfeccionamiento en los Centros de Profesorado o en otras instituciones, entre ellas la propia Asociación de Catedráticos de Instituto.


2.- Violencia

El problema ha experimentado un aumento paulatino desde la implantación de la LOGSE. La LEA, que sigue las mismas premisas, no parece que pueda solventar el problema. Medidas como las "aulas de convivencia" o el reforzamiento de la tutoría, con suponer importantes esfuerzos, no han parado la avalancha de agresiones entre miembros de la comunidad escolar, entre los que el profesorado tiene una parcela cada vez mayor como "sujeto pasivo".

La utilización del profesorado para múltiples actividades "más allá de planteamientos técnicos", es algo que está ocurriendo ya. Dotarlo de "nuevas y más complejas competencias profesionales", con "capacidades para resolver problemas interdisciplinares" está reñido con la calidad de la actividad docente y con la búsqueda de soluciones para evitar el fracaso escolar.

Hemos de estar preparados para afrontar que la gestión de los centros como una "colectividad de aprendizaje", en la que sea prioritario desarrollar capacidades y formar actitudes, va en detrimento de la adquisición de conocimientos. Lo que implica una continuación de la situación actual.


3.- Desprestigio de la profesión docente

El empleo de los profesionales de la docencia como educadores o monitores y la tendencia a volcar su tarea cada vez más en estas funciones no docentes implica su desprofesionalización. No hay que olvidar que esta tarea la realizan con éxito algunos progenitores o tutores legales de los alumnos, así como otros profesionales de residencias escolares o de instituciones dedicadas a la custodia o al esparcimiento de jóvenes. El cometido de ambos es de un valor indudable, pero queda lejos de la función del docente.

La falta de especificidad o de esencia de nuestra labor profesional trae consigo la ausencia de valoración social y su desprestigio, que se manifiesta en la vida diaria en la inexistencia de autoridad moral ante alumnos, padres y agentes sociales. La falta de aprecio por la figura del docente comenzó hace años y no parece que tenga visos de mejorar, más bien al contrario.

La desaparición de la función propia del docente para sustituirla por otra orientada al trabajo social, se manifiesta en muchos de los profesionales de este sector en desencanto y frustración, patente en las masivas prejubilaciones y en la intención generalizada de acabar cuanto antes con la pesadilla en que se ha convertido la vida en los centros. Esta reconversión del papel de los docentes -recogida hace tiempo en la ley, y que parece sancionar de manera contundente la LEA- se ha vivido como un ejercicio de violencia extrema dirigido a los cuerpos de profesores de secundaria. El efecto ha provocado la desaparición masiva de buenos profesionales o su condena al silencio. Un elevado número de ellos han debido renunciar a años de especialización para realizar una actividad completamente diferente a la que se eligió. Es cierto que este precio lo pagan con gusto quienes reciben algún tipo de compensación ajena a la docencia, pero quienes no han buscado más panorama que las aulas, reciben un perjuicio en muchos casos irreparable.

Entre las sombras que se ciernen sobre los docentes de secundaria es de particular relevancia la falta de valoración de sus conocimientos, así como la falta de una evaluación objetiva de su función. En este sentido, la inminencia de una carrera docente en que se valoren aspectos ajenos a las distintas parcelas del conocimiento lleva a pensar que la calidad profesional vendrá descrita por criterios que se encuadran en el nivel de la pura opinión del que valora, sin ninguna objetividad. Al final, se teme que esa valoración dependa exclusivamente de la voluntad de los superiores administrativos.

Al respecto, hay que hacer referencia a la remodelación que propone la LEA de la función directiva. Que los directores lleguen a tener competencias en la asignación de enseñanzas dentro de los departamentos didácticos obliga a pensar en la desaparición de la libertad de cátedra. Con ello, se prescinde prácticamente del papel de los departamentos y del Claustro de Profesores, en nuestra opinión único órgano éste con autoridad objetiva para entender en cuestiones relativas a la organización de los centros.

Los puntos que acabamos de señalar indican que la nueva ley no parece que vaya a cambiar el estado actual de la cuestión. Salvo que entren en juego aspectos inesperados, quizás agudice los problemas de la enseñanza secundaria, con particular incidencia en el tramo no obligatorio.


Beneficios de la LEA

Existen también otros aspectos de la ley que han recibido una magnífica acogida. El papel estelar en este sentido lo tienen los centros TIC y los centros bilingües. Sin entrar en pormenores relativos a su gestión y funcionamiento, creemos que la sociedad saborea con delectación estas guindas a las que sostiene un reconocido esfuerzo económico de inversión de fondos.

También se alude en la LEA a la disminución de las tasas de la llamada ratio alumnado/profesorado que ha tenido lugar en los últimos años. Respecto a la esta proporción se podrían hacer consideraciones que difieren en alguna medida de la versión que recoge el proyecto. No obstante, aplaudimos que el propósito sea el de favorecer esa tendencia y confiamos en que se haga realidad en el futuro. Hay que poner de manifiesto, que un medio para aminorar en lo posible los problemas que presenta la enseñanza comprensiva es reducir el número de alumnos por grupo.

Dado el descenso de titulados en bachillerato con la consiguiente mengua de universitarios, así como los objetivos de la UE para 2010 de aumentar el número de titulados universitarios, se intuye en proyecto de ley un cierto interés por el este tramo no obligatorio del sistema educativo. En este sentido esperamos que se potencien en lo posible las distintas ramas e itinerarios aumentando el número de horas de materias de modalidad, que son las que definen la personalidad de cada tipo de bachillerato.

Ignoramos si hay alguna intención de prolongar el bachillerato, pero es un hecho que en este particular nuestro sistema educativo no es homologable con Europa, por lo que parece imprescindible aumentar este tramo, al menos en un año.


Conclusiones

Para ser optimista respecto a la LEA, sería preciso olvidar por momentos los problemas de fondo. La remodelación de la cubierta de esta nave, sin duda hará más agradable la travesía, nos referimos sobre todo a los centros TIC y al programa de centros bilingües. Quizás el secreto para disfrutar de estos dos aspectos está en olvidar un poco los problemas que presenta el casco del buque. Habrá quien diga que disfrutemos el momento sin considerar las dificultades que pueda presentar el trayecto, pues todos estamos en manos de los elementos, y al final, a lo mejor ni siquiera se lleva a cabo el viaje. Quizás sea ésta la postura adecuada para los momentos que vive la institución docente. Estas consideraciones, en cambio, no son incompatibles con el reconocimiento de los inconvenientes -que se plantean con el diseño actual y parece que futuro- de los centros de secundaria de Andalucía.

Queda pendiente, pues, otra reforma que haga recuperar al estado el control de la enseñanza. Enseñanza, conocimiento, saber, existirán siempre: o en manos privadas o fuera de nuestras fronteras, de ésta, de aquella forma o de mil otras. La juventud tiene derecho a adquirir una visión de conjunto de la cultura y de la ciencia antes de incorporarse al mundo laboral o a la especialización universitaria. Este es el papel de la ESO y del bachillerato. Si estas ventanas a la libertad desaparecen de la vista, siempre habrá quien -aunque sea clandestinamente- se asome a ellas, porque -sin relativismos- saber, conocer, es bueno en sí mismo. Es bueno para cualquier época; para ésta también.

                  


Asociación de Catedráticos de Instituto de Andalucía-ANCABA