LA ENSEÑANZA SECUNDARIA Y LA FELICIDAD

Mariano Madrid Castro, Secretario de la Asociación de Catedráticos
“Antonio Machado”



          Con el último informe del Programa de Evaluación Internacional (PISA) parece evidente el empeoramiento paulatino de los alumnos españoles de la ESO. Los resultados son peores que los correspondientes al año 2000, que ya eran negativos. El informe se centra en varias materias entre las que se encuentran las instrumentales, que determinan -por tanto- a todas las demás: matemáticas y lengua (en concreto, comprensión lectora). Estamos entre los últimos países de la OCDE, con lo que parece que se siguen cumpliendo los vaticinios que precedieron a la implantación del sistema educativo que proponía la LOGSE, cuyas buenas intenciones nadie discute.

          Hemos de decir, que esta situación no afecta a centros públicos y privados por igual. Algunos datos hacen pensar que la calidad de los centros privados es superior a los públicos, lo cual viene a se un consuelo; en alguna parte al menos hay resultados más satisfactorios. En cualquier caso, la mayoría de la población, sobre todo en el nivel de la enseñanza secundaria, acude a las instituciones públicas, por lo que parece razonable que sea ahí donde haya que prestar especial atención.

          Tres son los aspectos en los que habría que incidir para mejorar los resultados del alumnado, en opinión del Secretario General de Educación, Alejandro Tiana: formación del profesorado, organización de los centros, autonomía de los mismos y diagnóstico de las dificultades del escolar desde edades tempranas. La opinión general coincide en que ésas son tres áreas de actuación importantes, por las que se puede empezar a remediar que los alumnos promocionen sin conocimientos.

          La formación del profesorado pasa por la exigencia de la titulación necesaria, por la superación de pruebas de selección serias y por un permanente perfeccionamiento científico y didáctico evaluable de la forma más objetiva posible.

          La organización de los centros es así mismo esencial. En ellos es preciso el buen funcionamiento de los departamentos, que son los garantes de la calidad de las materias que se imparten. A ello contribuirán sin duda algunas medidas anunciadas ya por el Ministerio de Educación en el documento Una educación de calidad para todos y entre todos. Entre ellas es fundamental la diversificación de los dos últimos cursos de la ESO. La opción más conveniente parece la de dos itinerarios en 3º y tres en cuarto. Con ello se podrá conseguir una cierta homogeneidad del alumnado que redundaría en la mejora de resultados. La Administración se propone reforzar esta medida con la creación de programas de iniciación profesional, que deberían existir a la edad lo más temprana posible. Con ellos, se solucionaría sin duda gran parte del fracaso que se detecta actualmente. Hay que recordar que un 40% de los alumnos andaluces de la ESO repiten alguno de los cursos. Si se dan alternativas a los diferentes intereses del alumnado –de ser posible antes de los dieciséis años-, el fracaso menguará notablemente. Siempre se fracasa cuando se obliga a seguir una opción única. Las vías alternativas son el camino para atender expectativas y trabajar con grupos homogéneos.

          Parece que hay también intención de profesionalizar la dirección de los centros, así como emplear otras medidas que redundarán sin duda en la mejora del panorama actual. Entre ellas no estaría de más el aumento de un año del bachillerato, lo que nos igualaría con algunos países europeos. Actualmente, el bachillerato español es el más corto de Europa. En fin, éstas y otras medidas podrían cambiar la situación de la enseñanza española, en la que no parece que los alumnos aprendan mucho, como se desprende de los informes del aludido PISA y de la opinión de profesores extranjeros que visitan nuestros centros.

          Hace un par de años, profesores de enseñanza secundaria japoneses visitaron varios centros de nuestra provincia. En una recepción que éstos ofrecieron al instituto que visitaron –me contaba un querido colega-, el responsable del grupo dio su opinión sobre los institutos que visitó: “yo no sé si los niños españoles aprenden mucho o poco, lo que sé es que son felices”. Estaría bien que, además de ser felices, aprendieran.



ARTÍCULO PUBLICADO POR EL "IDEAL" EL DÍA 15 / 1 / 2005